El hecho de pensar en “morir” y planificar la herencia no es plato de buen gusto para nadie, pero sí que es verdad que es un ejercicio inteligente, ya que impediremos que la Hacienda Pública pueda meter mano más de lo debido a aquel patrimonio  que hemos ido adquiriendo y guardando con el sudor de nuestra frente.

A lo largo de varios artículos, les iremos dando algunos consejos que les podrán servir para, poco a poco, hacerse a la idea de que tienen que planificar fiscalmente la transmisión de sus bienes.

Desde luego, el primer consejo es que hagan testamento, siempre, ahorrará a sus herederos algunos disgustos. Ya hemos dedicado algunas letras en nuestra página a los testamentos, les recomendamos que les den una somera lectura, pues son bastante inspiradores.

En segundo lugar, debemos darle una pensada a su vivienda habitual. Suele ser éste el “bien estrella”, bien porque puede no haber más, bien porque es el que más deseos suscita entre los herederos. Puede ser que, en algún momento de disputas o reproches por parte de alguno de sus herederos, usted decida realizar una donación y “muerto el perro, se acabó la rabia”. Es esta una operación no recomendable. En primer lugar por los problemas que, precisamente, puede “heredar” el favorecido por dicha donación y, en segundo lugar porque, precisamente la vivienda habitual es el bien que más reducciones y bonificaciones acumula en las distintas legislaciones  de nuestras comunidades autónomas. Si este es su caso, será preciso arbitrar otras soluciones.

Como siempre, en Ofigem quedamos a su disposición para cualquier consulta que les surja al respecto.